sábado, 25 de agosto de 2012

Zéro heure



 Zéro heure

Tenemos que hablar, dijo . Platicar de algo que no es tan urgente, pero es bastante obvio a la vez- como una gran novedad- Solo habían pasado  unas pocas semanas desde que dejé de ver tus ojos tan de cerca y realmente no podía recordarlos (...)

 Veía en tu rostro  las facciones de muchas tantas otras personas y vanamente, a pesar de cualquier esfuerzo, entre mis recuerdos no podía reconocerte. Incómodo, tanto, como las reuniones en esa pequeña sala donde nos regodeábamos de cosas tan comunes como vacías. Reuniones de  pardo interés en el aire que se acumulaba y  domaba a la tensión que ahogaba las palabras. En realidad este juego que llevábamos tontamente había tenido mejores momentos, mejores  charlas, mejores, mejores silencios balanceándose salvajemente en ese mundo de tu reloj que amaba observar cuando éramos solo tú y yo en la ambigüedad de nuestra soledad. La desnudez de tus acciones evidenciaba a alguien más calándose en los espacios de tu piel que  ya no extrañaban mi querer. Mis extintas ganas no lograrían armar más respuestas para cuando te dignases hablar, así que, en medio de esta ligera ebriedad de ansias, puedo, entre estos mismos restos de lo que pensé sentía en el pecho por ti, puedo afirmar que eres libre de volar para alcanzar  lo que buscas en alguien más. Y no es este un epitafio, o un mar de maradiagmáticas estrofas para calmar la sorpresa de unas líneas sin importancia de más, si no, la notable realidad. Ahora puedo decir que te quise sin quererte de verdad, y sin embargo, supiste darme un instante de felicidad que calmadamente ahora , puedo deletrear.

No todos los finales son tristes en realidad (…)